Lo diremos en una sola oración, ya en Ezeiza, hechos los trámites migratorios y despachado el equipaje, sorteados los vertiginosos escollos que casi nos dejan en Argentina (había que demostrar con partida de nacimiento o libreta de matrimonio que Leia era nuestra hija, y finalmente conseguimos convencerlos de que nos aceptaran el documento nacional de identidad), recuperada la bebé del golpe que se dio en la boca un rato antes de salir (véas en la foto, ni es truco, no imita a Rocky, es su labio), puestos en el cogote 14 perfumes superpuestos del free Shop, sacadas todas las selfies ridículas... ahora si empieza el viaje por el aire, aunque todavía falten dos largos días para aterrizar en el aeropuerto de Tokio.
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Para una crónica de viaje, la cuota de suspenso y ya está razonablemente cubierta. Que vengan descripciones más apacibles, Porfi!!!;!
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