domingo, 22 de julio de 2018

Buzones

Son muchos los buzones que se venden respecto de cómo es la gente y cómo es la vida aquí en Japón. Caminando por sus ciudades, voy constatando algunas y refutando otras. Por ejemplo:

- No son ni  tan recatados ni tan estructurados como se cree. Bailan en la calle en bellísima fiestas populares llamadas Matsuris, se hacen tatuajes y cortes de pelo extravagantes  y todas las cosas que los seres humanos hacemos para pasarla bien.

- No tiran papelitos al piso, eso es cierto. Aunque se trate de un estereotipo banal respecto del primer mundo, lo cierto es que todo está limpísimo, y resulta prácticamente imposible encontrar un tacho de basura en ningún lugar público. La gente se guarda su basura en el bolsillo o en la cartera y se la lleva a la casa. Esta tarde la bebita tiro una galletita al piso y la levantamos a toda prisa cuidando que nadie nos viera. No pude evitar imaginarme la misma escena en alguna estación de la línea B, y esbozar una sonrisa.

- no son tradicionalistas de la manera que nos imaginamos en Occidente. Por supuesto que tienen museos en los que conservan su acervo cultural y algunas costumbres en la vida cotidiana que reflejan su cultura milenaria, pero lo que más distingue la vida cotidiana de los japoneses es su espíritu modernísimo, su pasión por la tecnología, su curiosidad voraz por conseguir objetos que a nuestros ojos son un poco extravagantes, pero que ellos usan sin ningún tapujo, como los ventiladores a pila de mano, los paraguas de sombrero, y ese tipo de cosas.

- Es cierto que andan mucho en bicicleta. Y agregaría que andan por las veredas a toda velocidad, estando a cada rato a punto de atropellarlo a uno.

- Los trenes son increíbles y van muy rápido. Todo funciona bien y no entiendo como las cosas no se rompen. Nadie se afana nada, nunca. O sea: dejan la pila de rollos de papel higiénico en el baño público para que los propios usuarios vayan reponiendo, y a nadie se le ocurre llevarse uno a la casa.

- Si uno entra con un bebé en brazos a un transporte público a pocos o a ninguno se les ocurre la idea de ceder el asiento. Pero censuran silenciosamente los gestos de molestia del bebé durante el viaje.

- No son en absoluto fríos ni indiferentes. Quizás una de las cosas que más los define es su enorme capacidad para conmoverse frente a las cosas tiernas, como los perritos, los bebés linditos como la nuestra, o los dibujos naif. Todo lo que sea más o menos cuchi cuchi los enamora y los vuelve locos hasta la euforia. Hasta tienen una palabra universalmente conocida para definir esas emociones: kawaii. Si salimos a caminar con la bebita en brazos todas las cuadras nos detienen dos o tres veces viejitas o chicos jóvenes para decir "ooooh, kawaii desu!".

- Convive en el aire una extraña mezcla de consumismo hipercapitalista y de espiritualidad oriental. Cuando uno visita los templos se encuentra con iconografías e historias increíblemente profundas y trascendentes, y al mismo tiempo kiosquitos en dónde venden la fe, fraccionada en pequeños productos simpáticos de 500 o 1000 yenes.

- Los precios son un poco disparatados. Los whiskies importados que en Argentina son carísimos, aquí cuestan la mitad. Un vasito con 6 tomates cherry cuesta 200 pesos argentinos, y así con el resto de la fruta y la verdura, con ejemplos absurdos del estilo: una sandía a 3000 pesos de los nuestros.

- Son cordialísimos, muy respetuosos de las reglas wn general, y del espacio público en particular.

Y seguimos caminando y conociendo...




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